Era sagaz en la prisión del frío.
Vio los presagios en la mañana azul: los ga-
vilanes hendían el invierno y los arroyos
eran lentos entre las flores de la nieve.
Venían cuerpos femeninos y él advertía su
fertilidad.
Luego llegaron manos invisibles. Con exacta
dulzura, asió la mano de su madre.
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