Poemas de Carmen Naranjo
- Decime si la prisa... (¿Decime si la prisa...)
- Desde donde nace la voz (I)
- Desde donde nace la voz (II)
- En esta tierra redonda y plana (XL)
- En esta tierra redonda y plana (XLVII)
- En esta tierra redonda y plana (XXXVIII)
- Impertinente signo
- Me atreví a archivarte...
- Y llegaste a tu soledad, sudoroso de engaños
- Y si pensar fuera suficiente...
- Ya no sentís timbres...
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Carmen Naranjo:
Desde donde nace la voz I
Desde donde nace la voz,
la voz plena, sin ortografía ni sintaxis;
la voz plena, sin los etcéteras de la impotencia;
la voz plena, sin los énfasis angustiosos;
la voz plena, desnuda de síes y noes;
la voz plena, que sembramos sobre nuestras camas
cuando somos un solo ser solitario
y no cabría en el universo
nuestra conciencia enorme
de ser vivo y despierto.
Desde esa voz y con esa voz
quiero hablarte para siempre,
simplemente hablarte.
No puedo darle la novedad luminosa
de los telones amanecientes.
No puedo caer en los ríos
para describir en piedra
este taloneo de amargos afanes.
No puedo quedarme en las cosas eternas
porque tengo sangre, tengo pies,
tengo adioses en el pelo
y olvidos en los ojos.
Hay dentro de mí un llamado de caminos.
En cada paso que doy, voy dejando pañuelos mudos.
A mi ausencia en tu ausencia,
¡qué inmenso himno de desconsuelo
empiezo a recordar entre un ayer y un mañana
(no vivido!;
pretendo dejar algo de mi voz,
esa voz plena que tú conoces
cuando a orillas de la noche
olvidamos la cadena de hormigas,
las llaves que resbalan en los pavimentos,
las hojas verdes que mueren a diario
en las calles y en los archivos.
Cuando frente a las estrellas
juntos oponemos,
desde distintas ramas,
un desafío de ser brillante.
Cuando sobre las camas,
desfiguradas por el cansancio
en nubes terrosas que peregrinan,
todo lo vemos y lo sentimos
con la agudeza de almas castradas,
intoxicadas de una ternura sin puerta.
Hermano,
desde donde nace la voz plena,
recíbeme con esta dádiva impotente.
Y en la larga mudez de mi ausencia,
recuerda el desvelo de mi lucha con la palabra.
Desde donde nace la voz II
Contra los párpados cerrados,
¡qué dulces sueños abren su retablo!
Si pájaros fuéramos,
si tuvieran alas nuestras tristezas
y emigraran a la esperanza de una caricia!
Si una vez apenas
fuéramos un sueño:
el sueño manso que anida el grito,
el sueño tímido que el acomodo sacrifica.
En los espejos mirando a lo eterno
hay siempre muertos
muriendo una muerte exigente,
muriendo de sed de volver.
¿Los has mirado?
En los párpados hay siempre sueños,
que despiertan sobresaltados
como el desvelo de gatos aullando en las tejas
una noche negra sin tope de ángeles,
que siguen empolvados en los ojos abiertos,
que pretenden miopía de entraña profunda
para seguir mirando las máquinas sin sueño,
que se abren con hambre y pereza
y aprisionan en cuartos lejanos y oscuros
la voz plena, cautiva en la sangre,
que vuelve a dormir su apetito
de acariciar la punta de los árboles
y de ser papelote con hilos de fiebre tierna
en un cielo que no pregone misterio y angustia.
Y si pensar fuera suficiente
Y si pensar fuera suficiente
Pienso
a veces lloro río
Pienso
a veces siento no siento
Pienso
a veces nazco muero
Pienso
nunca es suficiente
Pienso
apenas comienzo
Pienso
soy casi sexo
Pienso
me encanto
Pienso
me desaparezco
porque si pensar supiera
me doblaría ausente
para desaparecer pensando
que un día fui pensamiento
de alguien que pensaba
y al pensar tal vez sentía
quizás insuficiente
inicio de un canto
que pensar es acto
de movilizar ausencias.
Decime si la prisa
¿Decime
si la prisa es grito
que mata pájaros
con péndulos?
¿Decime
si la angustia es agobio
que acerca muertes
con taladros?
¿Decime
si elmiedo es oruga
que envuelve músculos
con tornillos?
¿Decime
si el amor es amargo
por el rato que retiene
y la vida que se lleva?
¿Decime
si podés decirme
dónde crece la luz
que sólo noche noche
me amanece en el alma?
Y llegaste a tu soledad, sudoroso de engaños
Y llegaste a tu soledad, sudoroso de engaños,
para dialogar con tu conciencia,
para hablar con Dios,
para pensar y soñarnos
con la imaginación iluminada
por tu casa empozada en el mar.
Hablaste a Dios con voz sincera,
llena de sonoridad
por el peso denso de las cosas reales.
Le hablaste con palabras verticales.
¡Ah cómo te gustaron las palabras!
Las unías en una red de equívocos,
las alzabas contra los tonos cansados,
las hilabas en mentiras de haciendas gitanas.
Hay algo de mi sombra en tu sombra,
hay algo de mi sueño en tu sueño,
hay algo de mi frío en tu invierno.
En esta tierra redonda y plana XXXVIII
Sólo las abadesas me acusaron
sólo ellas no creían
yo me encomendaba
día y noche
me encomendaba al viaje
a la rueda de la fortuna
al ruido del portazo
a la dulzura del tevayabien
a la desnudez del amor
sólo ellas
convento y rejas
rosario y corredores
eran las vigilantes
de quienes creen en amaneceres
nuevos amaneceres
con soles sonrientes
pintados por niños