En un lugar del alma, entre muros de olvido
y en arenas estériles, se entierran los amores
que nos nacieron muertos; y en tierra bendecida,
donde sueño tras sueño la vida siembra flores,
los que ya comenzaban a fabricar su nido,
cuando los alevosos minutos cazadores
les hirieron el alma... y los que sólo han sido
samaritano ungüento para nuestros dolores.
Yo sé que a esos sepulcros se les debe el tributo
que exigen del espíritu sus urnas de misterio...
Pero por esos muertos nunca visto de luto,
y al entrar en mí misma, ese lugar esquivo...
¡que en una de las urnas de ese mi cementerio,
hay un amor que tuve que lo enterraron vivo!
Volver a Claudia Lars
Lo que se entierra vivo, es una semilla que en cualquier momento puede reventar y dejar asomar su brote sobre la tierra.
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