Poemas de Claudia Lars
- A Chistina Georgina Rossetti
- A Gabriela Mistral
- A Sor Juana Inés de la Cruz
- Cancion que te hizo dormir
- Cara y cruz
- Cartas escritas cuando crece la noche (I)
- Casa sobre tu pecho
- Del fino amanecer (Fragmento)
- Dibujo de la fuga (I)
- Dibujo de la fuga (II)
- Dibujo de la fuga (III)
- Dibujo de la fuga (IV)
- Dibujo de la fuga (V)
- Dibujo de la fuga (VI)
- Dibujo del regreso
- Dos sonetos a un místico
- El misterio
- En un lugar del alma
- Espejo
- Eva a Adán
- Fuerteza
- Hermanos
- La cantora y su tiempo
- La casa de vidrio
- Migajas
- Niño de ayer
- Nodriza
- Palabras de la nueva mujer
- Poeta soy
- Reto
- Retrato
- Retrato de don Pedro de Alvarado
- Romances de norte y sur (10)
- Rosa
- Sangre
- Sirena
- Sobre el ángel y el hombre (II)
- Sonetos del Arcángel (I)
- Sonetos del Arcángel (II)
- Sonetos del Arcángel (III)
- Sonetos del Arcángel (IV)
- Sonetos del Arcángel (V)
- Sonetos del Arcángel (VI)
- Sonetos del Arcángel (VII)
- Sueño
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Claudia Lars:
La casa de vidrio
Puerta de cristal el día,
pared de cristal el aire,
techo de cristal el cielo...
¡Dios hizo mi casa grande!
Ventanas de maravilla
sobre escondidos lugares:
el sendero de las hadas
y el camino de los ángeles.
Cuelgan las enredaderas
sus cortinas de volantes;
la hierba fina es alfombra
de mariposas fugaces.
El agua clara del río
cuaja un puente de diamante;
hay libélulas de nácar
y pececillos de esmalte.
Risa y canto se persiguen
en giros de juego y baile.
¡Columpio del alborozo
entre los gajos fragantes!
Palabra limpia y sencilla
como la flor del lenguaje;
regazo de ternura
donde las lágrimas caen.
Trigo de la espiga nueva
para harinas celestiales;
amor que leche se vuelve
en el pecho de la madre.
¡Mi casa es casa bendita,
todo en ella vive y cabe,
y puedo mirar a Dios
a través de sus cristales!
Rosa
Color redondo, carne dulce y fina,
abierto corazón de primavera;
llama fugaz en tierra pajarera,
columna de evidencia matutina.
Goce de abril, inútil bailarina
de la sangre y la luz en la frontera,
comunicada con la vida entera
por el silencio amargo de la espina.
Externa y pura, mas del lodo alzada.
En el cristal cautiva y condenada
sin alarde se dobla o se refleja.
Basura de agonía cuando acabe...
¡Y mi lengua extraviada que no sabe
el idioma del duende y de la abeja!
Espejo
Miré a la dulce niña del pasado
con piel ansiosa y con el ojo puro,
dibujando su forma contra el muro
donde el amor la había equivocado.
Era yo misma...cuerpo ya olvidado,
gesto de ayer y corazón seguro;
simple inocencia en el afán oscuro
y ssecreto del canto inaugurado.
Estaba allí, casual y sensitiva,
dueña del dardo y la manzana viva
en trémula quietud y extraño aliento.
Toqué su falda de vergel y danza,
entré en el corazón de la esperanza,
y recogí el engaño del momento.
Retrato
Ternura móvil que enraizó a mi lado,
niño grande sin nombre y sin alero;
huésped del sueño en cuerpo verdadero,
oscuro corazón iluminado.
Pago del día, saldo del pasado,
dulce heridor y hábil curandero;
mina de venas rotas y venero
que sin reserva da lo que he buscado.
Su silencio tan largo tiene ahora
pájaros irisados y despiertos
bajo una luz madura y vencedora.
De cenizas llegó su forma alzada,
y en rumbos de la sangre su llamada
devuelve la palabra de los muertos.
Sueño
Fui por el aire, tras la luz caída,
pisando signos y colores planos
y llevaba, desnuda, entre las manos,
la flor de ayer, alzando nueva vida.
Una paloma leve y abstraída
buscó la espiga de celestes granos
y en caminos profundos y lejanos
quedó mi propia forma detenida.
Derribadas murallas, botadura
de un nuevo corazón a la dulzura
y el miedo y el amor cruzando espadas .
A la deriva un ¡ay!... de no sé dónde,
y la muerte, impasible, que se esconde
en reflejo de caras olvidadas.
Cara y cruz
Alta visión de un sueño sin espina,
honda visión en realidad clavada;
ansia de vuelo en recta que se empina,
miedo del paso en curva accidentada.
Rosa de sombra, rosa matutina,
una caída y otra levantada;
ángeles invisibles en la esquina
donde el presente cambia de jornada.
Marca el momento signo de la altura:
brote de carne limpia y sangre pura
en renovado campo de infinito...
Y en promesa inefable y verdadera
-Gabriel de anunciaciones y de espera-
un mundo sin cadenas y sin grito.