Juan Guzmán Cruchaga, quiero
hablar de la tierra tuya.
Tierra visible en el sueño
y en la realidad oculta.
Tierra que busco y encuentro
por estremecidas rutas
del clima de la poesía,
de corazones en fuga,
de reflejos y relatos,
y adivinanza y pregunta.
Con voz incierta
lejana
inventando lo que busca;
voz de mágicos veleros
en corriente de aventura;
iré mostrando visiones,
rasgando nieblas profundas,
entrándome en el paisaje
y descubriendo criaturas.
Mi telón de tierra cálida
en el ojo se derrumba,
y sube una estrella libre
por tu bandera de altura.
El mar de peces alados
hiela su viaje de espumas
y aparecen capitanes
de la canción y la brújula.
Ciudades que nunca he visto
guiñan pupilas nocturnas,
y nombres que hallé en tus labios
entre los ecos me buscan.
Sobre imaginadas cumbres
manos celestes dibujan
trémulas rosas de frío
con prismáticas agujas;
y hondos imanes de sangre,
que veinte fronteras cruzan,
en el amor de tu suelo
se detienen y se juntan.
Como dádiva perenne
soplos australes empujan
temblor de sal y de savia
para canciones futuras.
Y el colibrí de mi siesta
-saeta leve y aguda-,
halla en tus prados lejanos
la flor de buenaventura
Rostro de cuatro estaciones
-cuatro soles, cuatro lunas-,
me regala tu belleza
en diferentes posturas.
Y el color de mis volcanes
y la humedad de mi jungla
se resuelven en escarcha
tornasolada y desnuda;
en guirnaldas de copihues,
en tallos cabeza rubia,
en la felpa del durazno
y los zumos de la uva.
Juan Guzmán ¡cómo me cuesta
hablar de la tierra tuya!
apenas tiño mi verso
de adivinanza y pregunta.
Para contar mi deseo,
que es media sombra y figura;
para mostrar tu paisaje
-estampa de conjeturas-,
tengo que buscar, a tientas,
por las milagrosas rutas
de corazones en fuga;
de la oración de Gabriela
donde norte y sur se anudan;
de tu palabra sutil
y la recia de Neruda.
¡Tierra empinada en el sueño
con sus voces y criaturas!
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