Concha García

Concha García nació en Córdoba (España) en 1956 pero se mudo siendo pequeña a Barcelona, ciudad en donde todavía reside. Es una de las fundadoras del Aula de Poesía de Barcelona y también preside de la Asociación Mujeres y Letras cuyo objetivo es divulgar aquellas obras escritas por mujeres.
Se la considera una importante poetisa de su generación y ha recibido premios de cierto prestigio, entre los que se encuentra el Premio de Poesía Barcarola, obtenido en 1987. Entre sus memorables obras se encuentran "Rabitos de pasas", "Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas" y "Árboles que ya florecerán". En nuestra web podrás leer poemas como "Lejos de ti todo es moral" y "Extraña tristeza", textos donde se percibe un dolor inmenso que impide ver más allá y obliga a esconderse detrás de las cortinas, a cuidarse de la tristeza. Indudablemente, la lírica de Concha García es de obligada lectura para aquellos que aman la poesía intimista y entrañable.
García es una amante acérrima de la poesía y de la lengua en sí misma y ha escrito muchos tratados, ensayos y críticas literarias y ha participado en antologías donde se incluyen obras de poetisas y poetas de su generación.

Poemas de Concha García

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Concha García:

Extraña tristeza

Silenciosa, más que el polvo de la botica,
enmadejando hacia atrás con insolencia
varias disipaciones, busca el hito de su putaísmo
maltrecho y no goza con el pensamiento
sino que, al quedarse puntuando las gracias
que le dieron, se le ocurre mirar la gamuza,
y la mira, y la vuelve a mirar.

El bello secreto de la memoria

Dispensa mis terraplenes. Ya no pueden
con el agua embarrizarse, han agrietado
su forma y entre algunas franjas
yerba seca asoma. Las lluvias
y los otoños no pueden penetrarme,
mi forma irregular se ha hecho compacta
y quien anda sobre mí, se cansa.

Dejando de amar

Ya no le digo te quiero a nadie,
he perdido el sur del vestido y las
costuras se abren, parezco una tela
inflexionada, una rota lana.
Me río de tanta lluvia, a veces
el aliento es iracundo y lunático,
la frescura y el atrevimiento
se han hecho detritus, pondero
por eso todo amor deshilachado,
me aceito de madrugadas pasivas
y al mirar por la ventana se va
aquel dramatismo de antaño,
aquella ira romántica que
ponía un precio a la aventura.

Anomalía

No paseo. Ni ando. Voy a casa.
Cayó del monedero el bono-bus
y tengo cinco duros. Ni para
cerveza me queda. Te amé
escrupulosamente. Iba
a charcuterías y te invitaba
a cenar. Eso era una muestra
evidente de mi ternura. No
tengo nada. Nada.

Testamento

Amor mío dos puntos, se cayó
la voluntad de seguir siendo, salgo
enhebrada de tu saliva aún y me
aturde dejar de perseguirte, tú que fuiste
llama en la ojera y calidez de un dedo
locura de apuñalamiento certero, ensayo
noble que se caracterizaba por la insistencia
del tema con un fondo alegórico,
certerísima me quedo donde estoy, ¿qué
está más lejos? ¿Lo que sigue
permaneciendo? Me diseco las manos
para no tener que hacer escrutinios
con las caricias insentidas. Tengo
que escribir aún otro poema
mi sentencia y un método
para olvidarme de tu lengua.

Te lo ruego


Me encontré tan menuda, tan
encogida, ovillada en eso
que la taquicardia auguró.
Doce o trece horas de amor desmedido
maldita sea hoy, cómo avanzaba
la sabandija entre mi letargo
haciéndome diminuta
el tiempo crecía. Me puso las manos
encima y me queda
ese temblor.

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