Poemas de Eduardo Lizalde
- Amor
- Bellísima
- El perro
- El tigre
- Grande es el odio (2)
- Grande es el odio (I)
- La bella implora amor
- La mano en libertad
- Lamentación por una perra (2)
- Lamentación por una perra (3)
- Lamentación por una perra (4)
- Lamentación por una perra (5)
- Lamentación por una perra (I. Monelle)
- No sirve de otro modo
- Pobre Desdémona
- Prosa y poesía
- Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses...
- Recuerdo que el amor era una blanda furia...
- Revolución, tiendo la mano
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Eduardo Lizalde:
No sirve de otro modo
No importa que sea falso:
cuando tú quieras verme unos minutos
vive conmigo para siempre.
Cuando simplemente quieras
hacer bien el amor
entrégate a mi cuerpo
como si fuera el tuyo
desde el principio.
De otro modo, no sirve:
sería como prostituirse
el uno con el otro;
haríamos de todo esto
un gratuito burdel de dos personas.
Revolución, tiendo la mano
Revolución, tiendo la mano
y a veces me la muerdes.
Soy individualista,
pero el mundo no es bello.
Sólo el idiota, el loco y el canalla
piensan que el mundo es un jardín
donde florece una esmeralda
con sabor a durazno.
Mira, yo estoy contigo, en serio.
¿Cómo han de herirte a ti,
piedra del siglo,
unas palabras mías?
Ni los tiranos más abyectos han caído,
jamás, por la literatura.
Escucha: come un poco, tranquila,
de mi mano.
No es veneno esta pobre palabra deprimente,
de zorra enferma,
que te doy.
El perro
Éste es un perro.
Una creiatura que se ignora.
No sabe
que pertenece a una clase
-de cosa o bestia-, ignora
que la palabra perro
no lo designa a él en especial:
cree que se llama perro,
cree que se llama hombre,
cree que se llama 'ven',
cree que se llama 'muerde'.
Prosa y poesía
A Carlos Fuentes
La prosa es bella
-dicen los lectores-.
La poesía es tediosa:
no hay en ella argumento,
ni sexo, ni aventura,
ni paisajes,
ni drama, ni humorismo,
ni cuadros de la época.
Eso quiere decir que los lectores
tampoco entienden la prosa.
Amor
Aman los puercos.
No puede haber más excelente prueba
de que el amor
no es cosa tan extraordinaria.
La mano en libertad
Escribir no es problema.
Miren flotar la pluma
por cualquier superficie.
Pero escribir con ella
-Montblanc, Parker o Pelikan-,
sin mesa a mano, tinta suficiente
o postura correcta,
es imposible,
y a veces pernicioso.
Puedo escribir, señores,
con los ojos cubiertos,
vuelta la espalda al piso,
atadas las muñecas,
esparadrapo encima de los labios.
Puedo:
pero no garantizo el producto.