Las once de la noche
y el trópico descansa de un combate feroz contra sí mismo
Vuelan nocturnas mariposas torpes
Hiende la luz el agua
Canta un sapo en la sombra que parte en dos la noche:
denso muro de grillos
Y estoy aquí
sin tus libros a mano
Oigo pasar el río
que un kilómetro abajo se junta con el mar
Fluye despacio la memoria:
te conocí bajo el árbol de imágenes
con el que reconstruiste el universo
Pardeaban los sesenta
Se hacía más confusa la confusión de los dieciséis años
Adivino la palabra por tu voz
de algún modo
Pero sucede que no será posible decírtelo
ni oírte
ni mostrarte jamás mi primer libro
A veces
la vida muestra todo su obsceno resplandor
Entonces
el tiempo es una gota congelada
un golpe suave que nos calla un segundo
y fija con extraño poder la circunstancia
Sucedió hace dos noches
Iba a leer en público
y alguien dijo tu muerte de repente
Ahí empezó todo esto
Sembrada está en el fondo del oído esa semilla amarga
A orillas de mi voz pienso en Manrique:
oigo el río de Tuxpan que un kilómetro abajo se junta con el mar
El trópico descansa
Entra Raúl Garduño al pensamiento
Adviene la palabra
Muerde el tiempo:
las once de la noche
para siempre.
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