a Xavier Villaurrutia
Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche,
bajó por la escalera del silencio
y se posó a mi lado,
para crear el cauce de acentos en vacío
que, me imagino, será el lenguaje de los muertos.
Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola
que detuvo su viaje debajo de mis sábanas
y se amoldó a mi piel
de una manera leve, brisa, aroma,
casi contacto angelical soñado...
Si hubieras sido tú,
lo que apartando la quietud oscura
se apareció, tal como si fuera tu dibujo
espiritual que quiso convencerme
de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida.
Si hubieras sido tú la voz callada
que se infiltró en la voz de mi conciencia,
buscando incorporarte en la palabra
surgida de tu muerte, por mis labios.
Si hubieras sido tú lo que en mi sueño
descendió como bruma, poco a poco,
y me fue encarcelando
en una vaga túnica de vuelo fallecido
Si hubieras sido tú la llama
que inquemante pasó por mi desvelo
sin conmover el lago del azoro,
igual que en el espejo se sumerge
la imagen, sin herirle
el límpido frescor de su epidermis.
Si hubieras sido tú...
Pero nuestros sentidos
no pueden identificar las ánimas.
Los muertos, si es que vuelven, han perdido
todo lo que pudiera
darnos el goce de reconocerlos.
¿Quién más pudo venir a visitarme?
Recuerdo que, contigo solamente,
muchas veces hablé de la zozobra
en que el constante asedio de la muerte
nos tiene sepultados,
y hablábamos los dos adivinando,
haciendo conjeturas,
ajustando preguntas, inventando respuestas,
para quedar sumidos en derrota,
muriendo en vida por pensar en muerte.
Ahora tú ya sabes descifrar el misterio
porque estás en su seno, pero yo no sé nada...
En esta incertidumbre secretamente pienso
que si no fuiste tú lo que en las sombras, anoche,
bajó por la escalera del silencio
y se posó a mi lado,
entonces quizá fue
una visita de mi propia muerte.
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