Balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra,
sed vitam faciant balnea, vina, Venus.
Bellísimos, desnudos, arrogantes,
proclamando la fuerza de su sexo,
marchan Quinta Avenida hacia la vida.
Serenamente turbios, demacrados,
veneno derretido por sus miembros,
bajan Quinta Avenida hacia la muerte.
Algunos tan hermosos, dioses sin paraíso,
que hasta la misma Sombra se oscurece
al asignarles sitio en la carroza.
Su belleza les salva y son llamados
junto con Ganimedes a servir
vino añejo a los cuerpos prohibidos.
(La mitra será polvo y lo será la rosa,
las plumas césped seco, el oropel ceniza
y el torso iluminado un carbón apagado.)
Viéndoles desfilar, cercano a tu frontera,
nombrando aquel verano en que nos conocimos,
mi sangre negativa se calcina, amenazada,
sintiendo a la Guadaña que, arañando mi cuello
con su incesante herida, nos recuerda
que para algunos éste será el último desfile.
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