Los pensamientos, hoy perdidos,
en la eternidad de mi noche
buscan su cauce, su destino.
Llega de unos gatos la cópula
de lejos hasta mis oídos.
Ya por debajo de las sábanas
más helado se vuelve el frío.
A través de un terco reloj
muy lentamente me aproximo
a los latidos del silencio
más rotundo y definitivo.
Custodiando en la oscuridad,
antiguos fantasmas amigos
con su pasado ríen-saltan:
dan un salto desde el olvido.
Entonces enfrento la noche
armado de mí, de mí mismo,
y empiezo después a escribir...
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