Señora de alta pluma,
la noble Tierra se ha secado
bajo el orín de tus preciosas amenazas.
Mi terror es verte en los paisajes,
sobre un caballo afeminado,
desdichada y gloriosa
como una lengua herida.
Soplando un hálito de sangre
en las jornadas de gran paz,
sobre las hondas plantaciones.
Un día el viento
destruirá tu tribu,
tus dioses, tus orgullos.
Su coz de aceite virgen
en las márgenes humanas.
Tu piel será un festejo
majestuoso.
Yen el comercio
De una antigua infancia,
todas las hordas
estarán presentes.
Mi corrupción hara la gloria
de esa gran mañana.
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