Poemas de Julio Llinás
- Cholo Vallejo
- Delicias
- Donde yo estoy
- Festejo
- La alondra
- Las ciencias naturales
- No llores, América...
- No llores, América...(II)
- Raíces
- Rencores
- Sombrero de perro
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Julio Llinás:
Las ciencias naturales
Junto a las rocas,
la negra sal radiante.
¡Oídos!
Crujen las pieles de la Tierra
gastadas por el sueño
bajo una calma infernal.
¿Dónde está el hombre que renace
en las cenizas de una gran poesía,
la mano de oro
que bautiza y desarrolla
las ciencias naturales?
Palabras,
Serpientes de la asfixia.
Cholo Vallejo
Si el mundo fuera cuerdo,
si lo fuera digo, es un decir-
acaso yo sabría, después de tantos años,
de tantos accidentes, catástrofes, combates,
humillaciones, navajazos, intoxicaciones,
pánicos, muertes, esperanzas,
caídas de caballos, de dientes, de cabellos,
y esa legión de oscuridades,
si el mundo fuera, entonces, cuerdo,
-digo, es un decir-
tal vez acaso yo sabría
por qué me ha condenado la letra
en que nació la pena
a estar aquí de pie, a solas con la vida.
No llores, América...
No llores, América
No llores, América, no llores
por la sangre vertida en las
esquinas
del Sur, no llores por los hijos
de tus mercenarios, no llores
por tus bombas, tus cohetes,
tu napalm,
tus viajes a la luna, tus calles
de navaja,
tus dólares amargos, tus negros
de precinto
con sus bastones relucientes como
krugers
golpeando a sus hermanos de
algodón,
no llores por los amos de Wall
Street,
su polvo del mejor, sus trajes bien
cortados,
sus tiradores de pelo de gacela,
no llores América, no llores,
tu atronadora voz es la más bella
entre los tules del sol,
no llores, dueña del mundo,
amada América, no llores,
irás al cielo cuando mueras,
tienes los ojos azules como Dios.
Rencores
País,
¿quién es feroz
sino tu niño acurrucado
en la pureza del desierto?
País, ¿quién ha quemado
tu carne de luz negra,
quién es el príncipe en tu fiesta
de rencores podridos por el sol?
Yegua sagrada
de los grandes vientos,
sé bondadosa y terrible,
¡oh roja! ¡oh despedázanos
y sangra
como una fuente de inocencia
a cada lado de un pueblo
y su miseria.
Donde yo estoy
Los ojos blancos,
la piel paralizante:
me buscaréis en vano
entre mis bestias.
Mi roja música
ha triunfado.
(Ah la frenética infancia
junto al médano
y la esmeralda polar,
surcando nuestra casa).
Me encotraréis
en lo más hondo del bosque,
temblando al grito de la lava,
sirviendo a un mágico idiota.
No llores, América...(II)
Telemacus
Desde la isla de pájaros de lentes
y corbata de lazo,
la tonta dama francesa de cincuenta
metros
gobierna la ciudad de bocadillos de
pastrami
y coca cola
en los carteles de Times Square.
Sin vagabundos o putas no hay
ciudad,
dice Telemacus Malone, que nutre
las palomas
con veneno para ratas.
Ha sobornado a un oficial de policía
que le permite el juego
y hace la vista gorda ante el rimero
de palomas muertas.
Esto es Nueva York,
fornicador de tu madre,
dice Malone arrobado.
Aquí se puede vivir con poca cosa
y ser feliz con casi nada. Mírame
a mí sino,
jodido pálido.
Telemacus murió una madrugada
congelado,
cobijado en sus cartones y sus
plumas de paloma.
Walt Whitman
¡Oh mayordomo
de los campos
de cristal y acero,
jinete de mulatos,
enlazador de niños!
¡Basta de torpes
disfraces y tonadas
para flauta
subiendo y bajando
por los tensores
del puente
como una comadreja
perseguida por Dios!
Fascinante profeta, día del fin,
estás herido de verguenza
y bien lo sabes;
muchas jornadas se han ido
con la nieve, la vieja nieve negra
de las alcantarillas,
todo lo sabes de tí mismo,
y de los otros fantasmas
de las rocosas calles,
y de los grandes vientos,
y del marinero
recién degollado.
Eres la América que crece
en el silencio,
gran viejo no viril,
tu larga barba de amores apretados
por efebos sin raza,
la vieja culpa de tu sexo
atravesado por la aguja
que denunció Federico
y la bufanda de tu barba
conquistando el mundo.