Como en una asamblea nos hallamos.
No sabemos quién es el que nos llama.
Una luz o una lengua se derrama
sobre la mesa. Todos nos miramos.
¿Quién nos reúne? ¿Cuál es el motivo?
La razón del encuentro nadie explica.
Tampoco nadie habla ni replica.
Es el silencio un animal cautivo.
Alguien de pronto se levanta y sale.
No hay nadie que le siga o que le avale.
La lengua de la luz lame la mesa.
La asamblea prosigue silenciosa.
A levantar la voz ninguno osa
y aquel que se marchó ya no regresa.
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