De madrugada es cuando el borracho
cruza su vaivén en la calle pina
con el adormilado marinero
que va en busca del alba y la sardina.
Alba que irremediablemente llega
-ya cobre de sol ya tristura gris-,
desperezando suave al nuevo día
-nodriza de las dudas del vivir-.
No tan indefectible es el pez que
ansia el marinero desvelado,
pez en plural, pez agónico en el
aire que lo ve renacer atado
a una muerte de mil rebrillos húmedos
apagando su vida en los espasmos.
Volver a Luciano Castañón