A pedazos van cayendo
los terrones angustiados
del tiempo.
Afuera: el niño.
El pantalón roto
y el verdor pestilente.
Pájaros negros
-despiadados-
siguen su vuelo.
Él está solo
sin un ángel y sin un sueño.
Impasible. Inmóvil.
Sus ojos en la lejanía
miden su hambre.
A lo lejos: esplendor
cohetes a la luna
astronautas.
Siglo veinte.
Pero él
-solo-
Con el tiempo
a sus pies
cual perro dormido.
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