Margarita Carrera

Margarita Carrera es una escritora guatemalteca nacida en 1929 que ha recibido un gran reconocimiento no sólo en su país sino también en otros lugares.
A lo largo de su carrera ha cultivado diversos géneros, entre los que se encuentran la poesía y el ensayo, de los que ha publicado 9 y 13 libros respectivamente. Cabe mencionar que estudió la licenciatura en su tierra y que ha sido galardonada con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias en el año 1996 y finalista en el Anagrama de ensayo en el 82.
Actualmente es miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua, que corresponde a la Real Academia de España y es una importante referente del sector intelectual de Guatemala.
Algunos de sus poemarios más conocidos son "Mujer y soledades", "Signo XX" y "Del noveno circulo" y entre sus ensayos podemos mencionar "Corpus poeticum de la obra de Juan Diéguez" y "El desafío del psicoanálisis freudiano".
En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas para acercarte al estilo preciso de Margarita Carrera. Algunos de ellos son: "Como alguien desesperadamente solo", "Poemas para estos días de sangre", "Cabes en un rincón", "Canto a la escoba" y "Te he buscado en la entraña de tu nombre" .

Poemas de Margarita Carrera

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Margarita Carrera:

Desde mi pequeña vida

Desde mi pequeña vida
te canto
hermano
y lloro tu sangre
por las calles derramada
y lloro tu cuerpo
y tu andar perdido.

Ahora estoy aquí
de nuevo contigo
hermano.
Tu sangre
es mi sangre
y tu grito se queda
en mis pupilas
en mi cantar mutilado.

Nueva York

La ciudad estaba allí
monstruosa y gigante,
desnuda en su piedra fría.

Toqué con mis lirios
su insondable aliento.

Nada. Nadie.

Volaban las almas
en su torbellino de dólares
y el tiempo
-centavo descalzo-
se desgranaba
en sangre suicida.

Nueva York distante y dura.
Central Park
rascacielos
y profunda soledad.

Como alguien desesperadamente solo

Como alguien
desesperadamente solo
sentado en el banco
de una plaza.

Como quien se ha detenido
en su indivisible susto
perseguido de ángeles
y demonios.

Así
el poeta
llora
y habla con Dios
como un maniático
y le cuenta
de la sangre
y del alba.

Habla con los sordos
en su lenguaje mudo
y con las ratas miserables
de la ciudad ensangrentada.

Madrugada

Has recorrido
en madrugada insomne
cada uno de tus infiernos.

Callas. Vociferas
y callas
en tres tiempos
que son uno
en trinidad
de absoluto silencio.

Te desdices
y te acabas
lentamente y lentamente.

Eres pasto
de un Dios ciego
que te roe
en seco sabor de hueso.

Poemas para estos días de sangre (I)

Todo listo:
el odio
el rifle descarado
y la risa del maldito.

Todo dispuesto:
Dios
con su banderita de venganza
y su trompeta
fría de silencio.

Cuerpos
sangre
gritos
y luego la metralla,
Eso es.
Y sangre.

Venid, ahora, vosotros
a ser cómplices
como el árbol y la flor
mudos de espanto.
Por un momento dejad vuestra tibia carreta
de quejumbrosos bueyes tristes.

Venid:
es sangre
nada más.
Sangre.
Y cuerpos destrozados.
Nada más.

Ya podéis seguir vuestro paso tranquilo.

Cabes en un rincón

Cabes en un rincón
detrás de la puerta
del olvido.

Ahí te acurrucas
una y otra vez
cumpliendo tu destino.