Pedro Garfias

Pedro Garfias fue un poeta oriundo de España, nacido en Salamanca el 20 de mayo del año 1901 y fallecido en Monterrey, México, el 9 de agosto de 1967. Hasta los diecisiete años de edad, vivió en las provincias de Sevilla y Córdoba, luego de lo cual se trasladó a la capital española con el objetivo de convertirse en abogado, aunque nunca completó sus estudios. Se trata de un autor vanguardista cuya obra pertenece a la destacada Generación del 27. Fue uno de los principales impulsores del movimiento literario conocido como ultraísmo, que se oponía al modernismo, tras casi medio siglo de haber dominado la lírica española. Entre sus actividades para difundir sus ideas literarias, es posible destacar su participación en la fundación de las revistas Horizonte y Tableros. Además, se relacionó con muchos de los más grandes escritores de su época y realizó una incansable labor que abarcó la creación poética y el periodismo.
Entre los poemarios publicados por Garfias desde el año 39, se cuentan "Primavera en Eaton Hastings", "De soledad y otros pesares" y "Río de aguas amargas". Algunas de sus poesías inéditas vieron la luz luego de su fallecimiento, así como tomos que reúnen todas sus obras.

Poemas de Pedro Garfias

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Pedro Garfias:

A mi padre

¿Por qué no hablamos nunca, largamente,
tú y yo padre, cuando esto era posible,
como dos hombres, como dos amigos
o dos desconocidos que se encuentran

en el camino y echan un cigarrillo
y se sientan al borde de la vida
mirando pasar la tarde y el camino
y hablan, hablan y callan, pausas de humo,

miradas vagas, las palabras caen
y se quedan flotando en el silencio,
a veces dicen su verdad primera,

el origen, la fuente, y se desnudan,
las palabras desnudas amanecen,
por qué no hablamos nunca, solos, largo?...

El iba solo...

Él iba solo
tambaleándose...

Borracho de amor,
borracho de hambre,
borracho de alcohol,
quién sabe.

Él iba solo
tambaleándose.

Pasear contigo en soledad perfecta...

Pasear contigo en soledad perfecta
fondo azul de colinas y a los lados
árboles comprensivos y vigilantes
el doble paso caprichoso y lento.

Pasear contigo en soledad callada
al través de un silencio transparente
la frente levantada al sol que sube
orgulloso del brío de su vuelo.

Pasear contigo por la superficie
de redondez suave de la tierra
con lentitud perseverante y noble...
contigo y tu recuerdo y tu esperanza.

Cuando me tiro de noche...

Cuando me tiro de noche
en el ataúd del lecho
que es menos duro que el otro
porque ya sabe mis huesos,
me pongo a mirar arriba
los astros de mis recuerdos.

Aquél que se abrió de pronto
cuando todo era misterio.
El otro que se apagó
antes de sentirse abierto.

A veces grito iracundo:
aquí me falta un lucero,
aquí me sobra una estrella.
¿Quién hizo este firmamento?

Una voz piadosa dice
que no es cielo sino techo.
-Por mi vida, grito yo,
dejadme saber mi sueño.
Donde yo pongo los ojos
todo es cielo-.

Yo sé que ya mi voz se va perdiendo...

A Pedro Camacho



Yo sé que ya mi voz se va perdiendo,
yo sé que ya mis ojos vuelan poco,
sé que de tanto ya sentirme loco
loco me estoy volviendo.

Sé que mi amor sé fue sin haber sido,
que mi vida se va porque así quiere,
y que mi anhelo de vivir se muere
en pasmo convertido.

Sé que esto ya no cuenta y que no es cuento
ni el velo ni el desvelo de la noche.
Apenas siento deslizarse el río.

Al corazón pongo el oído atento.
Como Rubén siento pasar un coche
y pasa por mi carne un largo frío.

Entre España y México

                                                  A bordo del 'Sinaia'



Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de acero fiel- nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Repite el mar sus cóncavos azules,
repite el cielo sus tranquilas aguas
y entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de análoga ambición, nuestras miradas.

España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido del mar en la garganta.

Y tú, México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba,
indios de clara estirpe, campesinos
con tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios gigantes de anchas manos
que forjan el destino de la Patria;
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!





Nota: Versos que, camino del exilio,
escribiera Pedro Garfias a bordo del Sinaia

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