tus dedos en la pizarra rosamaría ojos de náufraga
y las tres bárbaras con corazones de chocolate
maría isabel en el precipicio
donde se me acabó el labio con cari
supe encontrar un río
lo respiraba antes del alba
raíces y teresas que anunciaron su cuerpo en el agua
marías tempranas y hasta nombres de olvidos
me pusieron un dedo en el pecho
al lobo al inocente al que desató a mayra
del esqueleto donde la ahorcaron después
más allá del crepúsculo me hallaron
con unas alas que espantaban
otra la beatriz trepando en los muslos
y carmen recostada con sus tristes diabluras
quita la hoja de parra puta
muerdo abdómenes de adolescentes
quita el laurel de mi aurícula y encuentra
digo como llorando haciéndome el bueno
las anas que no recordé que recuerden
el sol que quise poner en sus pezones
ellas tendrán derecho a mi entierro
las de nombre inacabable las de blúmer rojo
la que quería ser la incógnita
hay una vez un prado detrás de la muerte
no son la vida
dedos
margarita o mercedes no fueron amanecer
frente al mar que todo lo tuerce
nora no salta las alambradas del corazón
pude resucitar
se abrió una puerta en el décimo piso
del crepúsculo en la vieja ciudad
estaba ella como animales corriendo
como los dolores que tuve siempre en los labios
estaba aguantando la luna
era el pedazo que le faltaba a mi moneda
la luz y la sombra la herida antigua
que vuelve siempre a ser cascada.
Volver a Ramón Fernández - Larrea
disfrutar vanos amores
parece que al final
encontrò verdadero amor
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