Poemas de Ramón Fernández - Larrea
- Arreyúmbame caé arreyúmbame cuá
- Boleros de oro
- Calderón de la Barca
- Canción del precipicio
- Cómo conocí a Peter Pan
- El cuento de la araña
- Historias de los gatos
- Hombre joven que devora un caballo
- La garganta con pláticos venenos
- La isla del tesoro
- La rueca del amor
- Lo que jamás diría Simbad
- Pasaporte
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Ramón Fernández - Larrea:
Boleros de oro
no quiero estar solo no cierro los ojos no quiero
estar solo sabiendo
que hay multitud risueña
en el pie siento estar solo en el borde gris de las pestañas
todos los días cae un tejado contra mi sombra
a veces es lunes a veces los elefantes
mastican mis dedos en la calle
no quiero estar solo y herido
hace miles de días hay arena en mi cuerpo
el disparo el choque las rajaduras decentes
que trataron de hacerme me han herido
no quiero estar solo amor mío mi alta
tiñe tu cabeza de esperanza
haz como si me vieras
ríe
desnuda otros peces junto a mí
porque cuando el cuarto se llene de cigarros
la madrugada triza los cuerpos
y nunca más comeré de tu cuerpo.
Cómo conocí a Peter Pan
anduve tanto tiempo tropezando con ropas ajenas
me volvían tan torpe los sonidos
hice tanto caso a las llamadas al alma
que decidí dejar la ventana abierta una vez
primero entraba el mar
navíos extraviados de oscuridad grifos
cartas que nunca más tuvieron ojos
puñetazos de agua contra arrecifes lejanos
y mi hermano sandokan oliendo el cielo de la mañana
como me acostumbré a contar el día
por la voz que cargaba el amanecer
seguí mirando el precipicio y la lluvia
bocabajo con legañas feliz
enfermo o escribiendo vendiendo el aire de la ventana
hasta que una noche murió mi niñez
no pude crecer más
el reino perdido es la justificación
no hubo más aire en los ciruelos
con el cielo pegado en la cara moría
impávido esperando
entró de día y mi sombra era suya
hablamos como viejos piratas
hizo cuentos de cuevas y madres que nunca tuvo
hasta que le hablé de mi madre
porque mi madre quería las ventanas abiertas
siempre ponía algo de cielo en la pupila izquierda
en la mano que jamás apagaba el cigarro
y dormía hacia el este para esperar señales
como hago yo esperando o esperándola
otra vez con todos sus dientes
para montar cisnes o que las nubes nos inviten
a buscar sombras cuando la ventana decida
hasta después de aquel vuelo magnífico
me miro un dedo y sirve para otra cosa
echo sangre entre los dientes delanteros
no he crecido buscando sombras en la oscuridad
de asesinos de generales de niños perdidos
de gente con el culo tan alto
que vigilan la entrada de aire en mis encías
aunque no cierre la ventana más
apoyado en la almohada de la ilusión
un dedo en el cielo y otro que toca un cadáver.
Hombre joven que devora un caballo
mirándolo bien el potro le devora el corazón
pero no parece precisamente esa víscera
pudiera ser una pradera incendiada
algo que recuerda a una mujer que soñaba
junto a una ventana en la calle viladomat
a la derecha el humo se convierte
en una viejecita que rezonga
el animal parece ser mordido por su víctima
que se niega a entregarse totalmente
brillan los ojos de la bestia
y en los del hombre se derraman estrellas
o tal vez unas pupilas que escondía con cierto egoísmo
perversidad
mucha perversidad
y por encima llueve lástima
que hace crecer un pasto en derredor
como un país perdido o una linterna
o tal vez son felices
uno metiéndose de esa manera en el otro
siendo ahora la misma sustancia
esa entrega que le negaron los hombres
con el hacha terrible de la moralidad
la sangre que se advierte es una esencia
como el rumor de un agua que atravesaron juntos
y en el horizonte hay una madre que huye
con una bandera que no reconozco
cuando hayan terminado la acción
es posible que el caballo escriba una carta
un acto asqueroso de contrición
donde culpe al joven por descuidarse tanto
y más tarde la hierba estallará
y las flores parezcan lejanamente desoladas
todo para que no se recuerde la sangre
para que olvidemos pronto la agilidad de la alegre mandíbula
y aquella madre que parece gritar en los límites
deje de verse cubierta por otro incendio.
Barcelona 22/7/ 2003Lo que jamás diría Simbad
y eran tantas las rocas que luego
de tocar este sol y otros desconocidos
aprendí a ver
pero perdí cada pupila
y había tanto mar en mi pecho
una ola era distinta a la altura
entré decidido al oro de los peces
buscando hablar con dios y casi lo logro
en las tardes de paz cuando la espuma se tiende
en las olas pequeñas que nunca asustan
en el cangrejo casi morado que huye
de los pies de las olas pequeñas
salgo a respirar con mis algas
y miro una ciudad desierta
salgo en la voz espumosa del cangrejo
a ver si me salva ver vivir
porque aprendí que la vida era sólo
un alga adormecida dentro de mí
nunca había quien cambiaba un latido
por palabras y entusiasmo
lo oía de lejos
ahogado y fosforescente
violeta
metido en los huesos de la costa
que sostenían una penumbra llamada país
abría mis ojos a la espuma
escuchaba cantos maldiciones
la luz del horizonte me avisaba
la hora de regresar al abismo
yo inventé el pájaro de grandes garras
yo puse en mi espalda las cuevas del oro
yo me cambiaba el nombre para que me besaran
en mi camino dije
que ninguna otra roca podría abrirse
y abrí rocas diversas de refugio
yo soy simbad el agua que destella
en las olas de marzo haciéndote el loco
yo soy simbad la sombra del cangrejo
que visita los bordes de la noche
no tengo más oro que el sueño
nunca he sabido qué es un rubí
ni un diamante ni la vida
esa ciudad murió la asesinaron
porque buscaban o prometieron como yo
que el mar era posible.Pasaporte
si vas a nacer antes de mí
guardándole horizontes al sol
si alimentaras los pájaros
si de pronto te cortas las venas
dos horas antes de lo previsto
no salgas nunca con las vísceras
los dedos se manchan uno se vuelve insolente
sangra la acera también
si vas a poner el vientre contra un muro
primero fija el precio
el alma de estos tiempos se llena de herrumbre
con tanto salvaje que pasa al costado
si vas a regresar de alguna historia
trata de no volar sobre la ciudad
queda alguien siempre con mosquetes
y ojos en la ventana para bajar los sueños
trata de soltar la ropa sobre el mar
si vienes nuevamente abre los ojos
quítate los pezones de la cara
la muerte acecha y los tarados que aúllan
el desafuero y la falta de huellas
ya nadie tiene amígdalas felices.Calderón de la Barca
además de las malas profesoras
nos ofrendaste una amarga pupila
yo vi los dedos de jim morrison
apagando las velas de parís
el corazón de jim morrison
cayó en las cataratas del niágara
no hay saliva que lleve al olvido
nadie guía gratuitamente al olvido
y después de aquel sueño
qué podremos soñar
qué respiramos qué
luego de tanto puro y mal fulgor
cuál puede ser la noche del desvelo
el ojo que no llora porque ve
el sueño que se sueña sumergido.