y eran tantas las rocas que luego
de tocar este sol y otros desconocidos
aprendí a ver
pero perdí cada pupila
y había tanto mar en mi pecho
una ola era distinta a la altura
entré decidido al oro de los peces
buscando hablar con dios y casi lo logro
en las tardes de paz cuando la espuma se tiende
en las olas pequeñas que nunca asustan
en el cangrejo casi morado que huye
de los pies de las olas pequeñas
salgo a respirar con mis algas
y miro una ciudad desierta
salgo en la voz espumosa del cangrejo
a ver si me salva ver vivir
porque aprendí que la vida era sólo
un alga adormecida dentro de mí
nunca había quien cambiaba un latido
por palabras y entusiasmo
lo oía de lejos
ahogado y fosforescente
violeta
metido en los huesos de la costa
que sostenían una penumbra llamada país
abría mis ojos a la espuma
escuchaba cantos maldiciones
la luz del horizonte me avisaba
la hora de regresar al abismo
yo inventé el pájaro de grandes garras
yo puse en mi espalda las cuevas del oro
yo me cambiaba el nombre para que me besaran
en mi camino dije
que ninguna otra roca podría abrirse
y abrí rocas diversas de refugio
yo soy simbad el agua que destella
en las olas de marzo haciéndote el loco
yo soy simbad la sombra del cangrejo
que visita los bordes de la noche
no tengo más oro que el sueño
nunca he sabido qué es un rubí
ni un diamante ni la vida
esa ciudad murió la asesinaron
porque buscaban o prometieron como yo
que el mar era posible.
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gracias
Simbad era marino,
distinto a la poesìa
su interès disentìa
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