Cuando contemplo a veces
que plegando los labios enmudeces,
mi adoración pretende en su locura
bajar hasta tu alma a paso lento
y sorprender, en su mansión oscura,
como nota de luz tu pensamiento.
Cuando me miran, oh mujer, tus ojos
luminosos cual sol de primavera,
por oír anhelante
las pulsaciones de tus nervios flojos
y el rumor de tu pecho palpitante,
en mi pasión quisiera
el misterioso oído de los magos
que en las nocturnas sombras escondidos
escuchan, a la orilla de los lagos,
hasta sus más recónditos murmullos,
de las ramas los débiles crujidos
y la reventazón de los capullos.
Y al sospechar que los recuerdos llenas
de otro amor ya pasado con la historia,
me muerden el espíritu los celos
y quieren mis anhelos
extender con la sombra de mis penas
la noche del olvido en tu memoria.
Volver a Ramón López Velarde
No basta nada, el poeta no tenía quién se le asimilara. Para mi es único... esa fragmentación y reincorporación... el arquetipo de poeta que persigo... que busco en todos...
amo esta poesía, no me importa la rima... la rima es un recurso accesorio, amo esta poesía.
El amor que eleva y también lastima,
por amor se vive,
por amor se muere,
pero es hermoso amar...
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