A lo lejos se escucha un canto,
vago y tembloroso, lejano, lejano...
Una voz de niña, que en él va llorando,
vibra cono un dulce timbre puro y claro.
Solo y triste marcho
por este camino que guardan los álamos.
(Las casa que esperan al desesperado
se ven al extremo del camino largo).
Lentamente marcho.
Brillan las estrellas. Sollozan los álamos.
Y llega de lejos, el canto.
Al oírlo, todo se ha callado:
el viento que pasa y el camino largo,
la voz que en mí mismo me habla del pasado,
la noche, los álamos...
Y estoy solo, y triste, y alegre, y temblando,
lleno de unas voces que nunca he escuchado,
y más cerca que antes de tu amor lejano.
Brillan las estrellas en el cielo pálido.
Lentamente marcho.
Junto a mí, la negra sombra de los álamos.
A lo lejos, el canto...
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El camino, la noche, las estrellas y el silencio nocturno, cantos de aves nocturnas y el llanto de algún niño se oía en alguna choza y humilde vivienda. SON RECUERDOS IMBORRABLES QUE NUNCA SE DESPRENDEN DEL ALMA.
Gracias por este hermoso poema.
miguel h
Un graterno abrazo.-
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