Una tristeza fiel cubre mi vida:
pálido cielo sobre la tierra negra.
De esa tristeza suave, vive mi alma.
¿Qué sería de mí sin mi tristeza?
¿Qué sería de mí sin esta clara,
sin esta pálida melancolía,
que me llena de sueños y me libra
de la vulgaridad de la alegría?
Entre la angustia y el hastío largos
como un camino, mi tristeza empieza;
cruza mi vida y se prolonga al cielo
¿que sería de mí sin mi tristeza?
Yo la quiero, y mi amor la inunda entera,
y su pequeño amargor endulzara.
De frente al sol, mi espíritu la apura
como una clara copa de agua clara.
En mi silencio y en mis soledades,
mi tristeza es amable compañera.
Llena de suavidad las horas torvas
y hace dulces las horas de la espera.
Me embriaga de emociones y de cantos,
esta tristeza noblemente triste;
como tu amor, mujer, y como todas
las trémulas palabras que me diste.
Yo la busco en mis albas y en mis tardes,
y en el cansancio de mis noches negras:
y siento pena, cuando no estoy triste,
de que no esté conmigo mi tristeza.
Porque ella es mi descanso, entre una
angustia
y una mala alegría que me pesa.
Es ella mi descanso, eternamente.
¿Qué sería de mí, sin mi tristeza?
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