Quise medir el amor
con los labios del mar,
y el mar me bañó de versos
con los labios de tu boca.
Tu boca es el olvido del yo
y la memoria del alma
que se funde y se confunde.
Porque el amor
es la necesidad de salir
de uno mismo
y de entrar en el otro
como luna en la mar.
Y el mar con el amor
es un poema de vida,
en busca de soles y de sales,
un aire de rosas en llama.
Una llama que se enciende
con los ojos del alma,
que crece con los oídos del pulso,
y con el tacto de la poesía.
La poesía como el amor
nunca pasará de moda,
siempre nos resucitará
todas las bondades
y todas las virtudes.
Si quieres ser correspondido
con el beso del amor,
ama tú y espera,
que la espera aviva y revive.
Revive y aviva la rosa del amor,
que lo es todo en todos,
y que nos vuelve nada en la nada.
Que cada cual verse al amor
como quiera verse y abrazarse.
Que cada cual verse al amor
como quiera morir y renacerse.
Que cada cual verse al amor
como el amor versa a la vida,
donde los acantilados encantados,
conciertan la desnuda sonata
del gusto en el gesto del goce,
tan anudado como anidado,
tan acompasado como acompañado,
y tan compartido como repartido.
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