No olvidaré tu rostro,
nunca
ni el mundo inconsistente.
Los habitantes
mezquinos; y tú pálido,
y eso es todo.
Como hoy,
así silbaban aquellos viejos usureros,
pero tu viste dos veces
la Tierra,
el sitio donde amarnos
exactos,
concluidos
como una mano abierta.
Volver a Vilma Vargas