Vilma Vargas

Vilma Vargas nació el 4 de febrero de 1961 en San José de Costa Rica y es una figura destacada de las letras costarricenses.
Se sintió ligada a la poesía desde muy pequeñita, comenzando a escribir sus primeros versos con pocos años de edad y decidiéndose por este arte de forma incuestionable. En su obra puede notarse una fuerte vocación literaria y una versificación limpia y clara.
Es una de las fundadoras de la Asociación Cultural Casa de Poesía en Costa Rica; a través de esta entidad se promueve el desarrollo de la comuna en lo que a poesía se refiere, utilizando este arte como una herramienta eficaz para la lucha por la paz. Cabe mencionar también que dicha compañía es la encargada de organizar eventos como el Festival Internacional de Poesía. Además, Vilma ha participado en numerosos eventos poéticos y congresos literarios.
Entre las obras más destacas de Vilma, publicadas todas por importantes editoriales de su tierra, pueden mencionarse "El fuego y la siesta", "Sol de la edad", "El ojo de la cerradura" y "El oro de la vida".
En nuestra web te ofrecemos algunos de sus poemas para que disfrutes de su precioso arte; entre los mismos se encuentran "Inmediaciones", "Las palabras" y "Porque me inclino".

Poemas de Vilma Vargas

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Vilma Vargas:

Los días

La vida es música que se aleja.
Contemplas desde una ventana el mundo
con la pasión de quien lo ha tenido.

El río salta como una sorpresa.
Una piedra que no es suya lo ve correr.

¿Oyes?
Hasta el aire parece alejarse.
Ya no se ven los rostros.

Eres una más, ausente,
jugando en tu casa a morir.

Figuras

Cerca está el tiempo.
En la arcilla se refrescan algunas formas;
un hombre trabaja un cantero.
Alguien levanta la voz
que reposa en las piedras,
oculto dice una alabanza
a los jardines que un día recorrió,
con la mitad del cuerpo hundida en la luz
y la otra mitad hundida en la sombra.
Se sonríe despacio.
Y pobre es el regreso.

Jornada

Aquí quedó oscilando mi última furia.
Engullo cada mancha de la pared,
cada clavo.

Y me siento dueña de mi voz descolgándose,
palpo sus aristas y me quedo quieta,
absorbo su semilla y ya no se esparce.

Me tiendo sin una piedra o talismán.
Recorro el cuarto con los ojos abiertos:
no hay visiones,
sólo la noche que cae después del trabajo.

Víspera

Todo nos falta,
un cigarrillo,
tiempo para escribir,
una excusa para los acreedores.

El último fósforo está empapado.

La humedad de la casa nos hace temblar.

Llueve.
Dame un mendrugo para el alma,
para el gesto huraño,
para el hambre
y buen tiempo
para los que se marchan.

Inmediaciones

Las calles son un taller oscuro
donde vi cosas que no dije.

Fui poeta, no pensé en las actas,
quise dar con el peligro.
Una noche llovió y quebré mi espejo.

Las damas se tienden unidas,
los monos tañen sobre ellas,
cargados de flores.

Este no es el lugar.
Voy por un poco de agua,
voy lejos de mi casa a lavarme,
voy más allá de los cipreses,
voy a pensar qué hago,
quiero un clavo de olor para sobresaltarme.

No estoy tan sola;
di mi sombra a los árboles.
Crecí y volví a la fuente oscura
que me llevo lejos.
Entre nubes vi las aldeas,
los mercados rumorosos.
Con los que no me conocían,
con esos compartí.
Soy clara, abro los párpados:
no oculto el miedo que llevo.

El pan nuestro

La gente se amotina de una ventana a otra.

El último sol cae en la calle como un perro.

La ciudad arde,
se arrastra encendida hasta la noche.

¿Cómo vas a ganarte la vida?
Llaga la calle con tu alma que va rodando,
pero muéstrale los dientes al plumaje del mundo.