El ojo de la cerradura

Vilma Vargas

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No podría llegar aunque camine mucho.
Todo, absolutamente todo, es horizonte.
El movimiento de tus párpados me aleja.
Busco y te escondes,
lanzo al agua una piedra
y no se rizan las ondas,
vuelvo donde tu estás
y pasamos sin vernos,
nada busco en ti que no sea mío.
¿”Dónde apacientas tus rebaños”?
Abro una puerta y otra puerta se cierra.
En esta habitación tú giras y yo giro,
no hemos dejado de perseguirnos,
de mirarnos por el ojo de la cerradura

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