Concha Méndez

Concha Méndez nació el 27 de julio de 1898 en España y falleció en México en diciembre de 1986. Es una de las voces femeninas más importantes de la llamada Generación del 27 y además, una mujer con las ideas claras y muchos deseos de vivir libremente. Siendo joven se marchó de su casa paterna rumbo a la aventura: estuvo en Londres, Montevideo y Buenos Aires y se dedicó de lleno a cultivar la poesía.
En su obra se nota una gran influencia de sus amistades de entonces, Luis Cernuda, Rafael Alberti y Federico García Lorca, y fue a través de esas relaciones que se atrevió a publicar su primera obra, "Inquietudes", y más tarde "Canciones de mar y tierra". Estuvo casada con el poeta malagueño Manuel Altolaguirre con quien creó la editorial La Verónica, que publicó la revista Héroe, en la que colaboraron importantes intelectuales de esa época, tales como Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez. Con el estallido de la Guerra Civil debió exiliarse, pero no dejó de participar de la poesía de su tierra.
El estilo poético de Méndez es directo y sincero, rozando lo intimista, y si bien pueden distinguirse en él varias etapas, podemos decir que se trata de una obra con una fuerza y un carácter pocas veces visto y mucho menos en mujeres, siempre sometidas a una gran represión. Te recomendamos "Me gusta andar de noche" y "Se desprendió mi sangre.

Poemas de Concha Méndez

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Concha Méndez:

Me gusta andar de noche...

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra...
Las calles son más largas, el tiempo también crece.

¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!

Mi ventana

El viento
bate espadas de hielo.

-No abriré la ventana-

El viento
decapita luceros.

-No abriré la ventana-

El viento
lleva lenguas de fuego.

-No abriré la ventana-

En telegramas de sombra
que van llevando los vientos
se lee ya la Gran Noticia
que conmueve al Universo...

-Yo no abriré mi ventana-

Medianoche

Medianoche.
Canción negra.
¡Y canta mi única estrella!...

¡Que rompan ese reloj
y quede a solas con ella!

Alameda

Alameda:
guarda bien
mis siete años primeros.

Y los siete
posteriores.

Y el carrusel luminoso
de mis primeros amores.

Alameda;
que yo volveré algún día
a recoger los mejores
¿sueños? de la infancia mía.

Uno de esos instantes...

...'Desde el umbral de un sueño me
llamaron'...
A. MACHADO


Uno de esos instantes que se vive
no se sabe en qué mundo, ni en qué tiempo,
que no se siente el alma y que apenas
se siente el existir de nuestro cuerpo,
mi corazón oyó que lo llamaban
desde el umbral en niebla de algún sueño.

Para decirme su mensaje extraño,
aquella voz venía de tan lejos,
que más que voz de sueño parecía,
en su misterio gris, sombra de un eco.

Sentada estaba yo en aquel instante
en un muelle silló de terciopelo.
Mis brazos se apoyaban en sus brazos
-¡qué desmayados los sentía luego!-
Después, atravesando los cristales
de un gran balcón que daba al ancho cielo,
una sombra vi entrar. Tal vez la tarde
al irse, entraba a verme... Yo eso creo...

La isla

Deslizándome en el agua
hasta la Isla he venido.
He vagado entre sus brisas.
Y por su costa he corrido.

Del mar salí llena de algas,
con el bañador ceñido.
Y tras andar por la Isla,
bajo un árbol he dormido.

¡Qué soledad suntuosa!
¡Qué espléndida soledad!
¡Y qué fatigosa vida
la vida de la ciudad!

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