Héctor Rosales

Héctor Rosales es un escritor nacido en Montevideo, Uruguay, en abril del año 1958. Se acercó a las letras desde pequeño, gracias a las sesiones familiares de lectura, a cargo de sus padres y su abuelo, amantes de la literatura, quienes le inculcaron la importancia de la palabra y de mantener vivas las historias. La difícil situación social y política que atravesó su país en la época de su adolescencia lo impulsaron a escribir sus primeros poemas y relatos cortos, con carácter de denuncia social y de reivindicación de los principios, aunque no llegaron a distribuirse masivamente.
Sus raíces gallegas y el anhelo que sus mayores sintieron siempre por su tierra, la cual se habían visto forzados a dejar en su ya lejana juventud, ha jugado un papel importantísimo en la obra de Rosales, principalmente en una trilogía que culminó con "Mientras la lluvia no borre las huellas", un poemario acompañado de ilustraciones del artista A.R. Castelao. Con dicho libro, el autor aborda la dura realidad de los campesinos gallegos en la década del 30. Otras de sus obras publicadas son "Visiones y agonías" y "Alrededor del asedio". Para continuar conociendo a este poeta, contamos con varios de sus títulos, tales como "Se prohíbe".

Poemas de Héctor Rosales

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Héctor Rosales:

Se prohíbe

'Se prohíbe pegar carteles
en la tarde.' (Proclama el cartel,
pegado a un poste también imperativo).

En los portales yo escribo lunas nuevas
y viejas. Prominentes paredes, oscuras
siempre, cubren a los postes
con la dificultad de hallar
mis letras; despegadas
letras del atardecer, que conspiran
en la noche, contra la muerte,
en el cartel humano congregadas.

Acróstico inicial

Límite impreso larva del símbolo ilimitado
En ti el sonido del alma queda blindado
Trinchera en el papel de la emoción escrita
Recluta en tus hilos de tinta esta breve cita
Antes que la olvide y antes que sea olvidado


11.198

Del ciprés

Del ciprés enhiesto en la llanura
los días afilan las sombras.
La soledad, agachada, lo ve.
Y huye sin querer que se lo nombren.

Armarios (fragmento 9)

Y te doy el hechizo de las eras
en las doradas fechas de placidez fecunda.
Y también el sello donde un ciervo
salta entre dos cartas
enviadas a regiones contrarias, equívocas.
Los documentos están aquí;
puedes incluir cualquier crepúsculo
en estas fotos rancias y en la firma
que tiembla al son
de algún astro descarriado.
Pero acepta el duende que morirá lejos,
recoge los llamados del pasado
y perdona, corazón mío,
a esta sangre sin claraboyas
que tantas malas veces ofrecí
como único alimento.

Acto de magia

me quedé recostado en
el sur
con el ceño arqueando
distancias y precipicios

abracadabra
repetí
por decenas

en los cristales empañados
la lengua de la burla
escribía desafío
y un duende
metía la magia
bajo los colchones

los pasteles del infierno
estaban fríos
y no sé quién preguntaba
por un plomero

abracadabra
repetí

y me quedé recostado
en los cristales
arqueando con el ceño
la lengua
de un duende
hasta
estrangularlo

en el su

La demora

La demora, enhiesta en su altivez torturante,
cuidadosa perfora,
una a una,
las hojas del instante.

Es como si niños con un control remoto
estuviesen jugándome al desgaste.

Arrollarse en el frío ademán del aire;
comprimirse en la esencia de la angustia
y ver desde muy lejos
-mustia-
la ilusión nacida de feliz pasado.

Buscar ansioso un orificio en la noche
donde se pueda ver el sol del mañana.
Aquietar el estertor en esa mirada
que no está aquí, pero me ve
escapando de recuerdos indelebles
que se apoderaron de mi habitación.

Rara es la lucha de los núbiles deseos
que resbalan la prisa y caen,
golpeándose en la demora desesperante
que perfora desde siempre,
una a una,
las hojas del instante.


11.1978