Pablo Mora

Pablo Mora es un escritor oriundo de Venezuela, nacido en el distrito de Santa Ana del Táchira en el año 1942. Se sintió tocado por las letras desde muy pequeño, y en su juventud se licenció en Letras, para luego ejercer como profesor de Literatura durante muchos años, incluso una vez jubilado. Como poeta, se ubica en el límite entre la estética surrealista y la poesía contemporánea, más dirigida a la actuación y enfocada a transmitir un mensaje cuyo significado pueda ser entendido de forma directa, tal y como el autor lo concibió. Entre sus lecturas favoritos se encuentran los simbolistas, siendo Rimbaud uno de los poetas por el cual se sintió más atraído.
Ha publicado principalmente poemarios y ensayos, por los que ha conseguido una gran popularidad en su tierra. Entre sus libros podemos mencionar "En Tiempo de Guerra", "De la noche insomne", "Insomnio terminal" y "Sombra Antigua". El poeta Lubio Cardozo expresó que Mora ofrece en cada nueva poesía un nuevo canto coral para el mundo, que se encuentra enriquecido con la belleza de su escritura y su profunda espiritualidad. A continuación se encuentran algunos de sus poemas, para conocer a este autor a través de sus propios versos; algunos de ellos son "Asombro al descubierto", "Epístola a Manuel Felipe Rugeles", "Nunca más huérfana" y "Iban y venían".

Poemas de Pablo Mora

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Pablo Mora:

Regreso

Hoy entreabrí la puerta de la infancia
con la nostalgia vuelta hacia la cuna
y no encontré ni un rastro de la luna
que ayer nomás iluminó mi estancia.

Hoy me inundó la mar de la distancia
al evocar mi vegetal laguna
y en la vieja resaca una por una
fue anclando sus pisadas mi inconstancia.

Hoy me perdí en las ruinas de mi ayer
en busca de un alero, de un cimiento,
de un mango, un cafetal o mi nacer

y al verme en los umbrales de mi aliento
honda desolación cruzó mi ser:
oí que sollozaba mi lamento.



De Almácigo 2 (1980)

La mano

Salve, mano, alfarera de mis versos,
por quien recobran mis sonetos vida
en el cuarto anular de la partida
y en el sexto pulgar de sus reversos.

Salve, meñique, y sus acentos tersos
y tú esdrújulo índice en salida,
donde cabalga siempre en embestida
la furia de mis ritmos circunversos.

Mis dedos, mis cordiales camaradas,
silenciosos orfebres de mis rimas,
se saben de memoria mi universo.

Tal vez cuando se escuchen las palmadas
con que llame la muerte allá en sus simas
esté mi mano componiendo un verso.



De Almácigo 6 En tiempo de Paz (1993)

Empezamos

Empezamos midiendo con la mano
el patio, el cielo de la antigua escuela;
ahora solamente sopesamos
el llanto de la muerte en pie de guerra.


Cuando niños jugamos al castillo,
los sueños se mecían en las sienes,
diciembre -lumbre en colosal niñura-,
algo mejor para el mañana ignoto.


De nuevo niños -el reloj del tiempo-.
¡Que nunca se nos nuble el horizonte!
¡Que nunca más la nieve se enrojezca!


Ante el niño fundido en la trinchera:
¡Menos fuerza, Señor, para la guerra
y más valor para fraguar la paz!

Nada te detenga

ermitaño augusto

vigoroso camarada

esquiva naufragios y centellas

vuele libre tu alma centinela



Armémonos de nuevo contra la injusticia

Demos por sagrado el desorden de nuestro espíritu

por ineludible el insomnio y la noche que nos cruzan



Indispensable llegar a lo desconocido

Porque en el tiempo no fuiste un pájaro

sino un rayo en la noche de la especie

una persecución sin tregua de la vida

una raza que canta en la tormenta

relumbra vela brilla resplandece

para que el canto siempre permanezca

Penumbra

De un tiempo acá las noches no son mías,
las aspas del insomnio se han varado,
porque un lúgubre viento huracanado
me dejó solamente con mis días.

De tarde en tarde van mis rebeldías
tras el antiguo puño alucinado,
donde siempre sus furias han anclado,
y en alto empuñan nuevas acedías.

Del brazo del amor que la convida ,
por calzadas de gritos en penumbra,
huérfana de la noche va mi vida

tras un amanecer que al fin alumbra
un día con la noche esclarecida
de azul mañana que la fe vislumbra.



De Almácigo 2 (1980)

Travesía

Amplio solar de pena y amargura,
recinto para el llanto y la alegría,
larga tonada, larga travesía.
Viejo estribillo en clave de ternura.

Duro aguijón para la suerte dura,
ardua vereda la de cada día,
ancho portón para la misma vía,
hondo estallido en tiempo de premura.

Ruta sin fondo en la lejana infancia,
donde el azul peregrinaba un día
sin darnos cuenta de su gris fragancia.

Lanza en ristre, con firme rebeldía
va nuestra vida en fúlgida arrogancia
componiendo su propia sinfonía.



De Almácigo 6 En tiempo de Paz (1993)