Poemas de Yolanda Pantin
- Augustos, en el valle...
- Canción
- Conversación en un automercado
- Conversación en un baño
- Cuando jueguen...
- Der Kleine Vampir
- Destrucciones
- Divagación X
- El cielo de París
- El cielo de París (II)
- El cielo de París (III)
- El cielo de París (IV)
- El día que conocí a Susan Howe
- El escritor está solo
- El escritor sufre considerablemente
- Esta casa surge despacio...
- La infancia es una gracia...
- Las ciudades invisibles
- Las palmeras de los caballos rojos (Córdoba)
- Las vacas (Lyons la Foret)
- Los sueños
- Nada por más me arrancará de mi sitio...
- Nadie juega montura de palma...
- No disfruto con el baile
- Opio corazón
- Paisaje
- Poema de las dos cabezas
- Siempre y siempre
- Sólo veía una carretera polvorienta
- Son tres los zopilotes
- Un niño escribe...
- Valsecito
- Vitral de mujer sola
- Yo hice el cable submarino
- Yo soy otra
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Yolanda Pantin:
La infancia es una gracia...
La infancia es una gracia que me fue desprendida. Aquello que se viene me devuelve persona con brío de reír. Ya no tengo memoria para el nombre del árbol y semilla tallada. Ni de aquel que resiste con caballos en las palmas y tiene a cada lado una rienda tejida. Lo cierto más oscuro, cuando divago y pregunto, háblame de aquello, de las cosas sucedidas, cuando antes: la rudeza de sentarnos en las sillas de madera.
Paisaje
Estaba solo el día
El guardián de la planta desalinizadora
nos señaló el camino
Desde el cementerio veíamos
su camisa estridente
y el vago gesto de sus manos
Estas mujeres
El agua y el aire
habían desdibujado las inscripciones
sobre las viejas lápidas
Recuerdo de sus padres y de sus hermanos
Hay más muertos que vivos sobre la tierra
dijiste
cuando el chillido del ave rasgó el cielo
del poblado desierto
No disfruto con el baile
Qué escogencia la mía tan difícil
Si un perro es la barcina de mi casa
la misada que decía, gata
cuando todo era claro a mi entender qué terca
vivir en el pasado
En aquellos que he amado
están atrás mis padres
recordándome que no, que no son ellos
Y yo vuelvo y los abrazo a mis soñados
fantasmas: son mis dueños
Si veo llover es la lluvia de Turmero
No puedo evitarlo está en el aire
todo el pueblo
No es un goce ir a una fiesta
no disfruto con el baile
Es muy triste ya lo sé es una pena
el cuarto los recuerdos
Cuando afuera está la luz para cegarnos
yo no veo yo no siento
otra cosa que no sea lo sentido
en otro tiempo
pero es duro morir, cerrar las puertas
Las palmeras de los caballos rojos (Córdoba)
Si te invitan a viajar y aceptas,
aceptas la razón de quien te halaga.
Serás eso que desean, en cualquier parte:
poeta o poetastro,
algo representas para ellos.
Entre un viaje y otro,
distraes la conciencia de tu gran fracaso.
O no fracaso, no, la angustia adolescente,
¿quién soy? que no ha cesado.
¡Acepta las invitaciones a viajar!
¡La vida es un viaje!
Y cuando todo acabe,
labrada tu soledad pacientemente,
si alguien te preguntase
como Pessoa a Alvaro de Campos:
-¿Amaste?
(qué inútil todo)
entenderías
que si alguna razón de la existencia hubiese,
la habrías desdeñado.
Nota: En Las palmeras de los caballos rojos resumo un diálogo imaginado por Antonio Tabucchi entre Alvaro de Campos y Fernando Pessoa que forma parte del relato Los tres últimos días de Fernando Pessoa traducido por Carlos Gumpert M. y Xavier González Rovira:
¿Has amado de verdad a alguien?, susurró Pessoa.
He amado de verdad a alguien, respondió en voz baja Campos.
Entonces yo te absuelvo, dijo Pessoa, te absuelvo, creí que en tu vida sólo
habías amado la teoría.
Conversación en un baño
Por costumbre
se acuesta en la cama
a esperar a su marido
que llega siempre tarde
da las buenas noches
bosteza
Ella se va al baño
aplaca la furia
con su mano maestra
recostada en la toalla
cuando él entra y pregunta:
¿Qué haces aquí?
Nada, responde.
Los sueños
(en la boca de la noche)
El médico mira
dentro de mis ojos
me hace abrir la boca
Le cuento sueños
cruzaba una piscina con un niño al cuello
A veces me asalta
un hambre de miedo
devoro todo lo que encuentro a mi lado
El médico escucha
latir mi corazón
Asiente
con mucha seriedad
consulta un libro
encima de su escritorio
Estoy perdida
-Ya había mirado dentro de mis ojos-
Entonces
le cuento otro sueño
No todo mi corazón te ama
sólo la parte que está enferma
Línea del tiempo
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