Poemas de Francisco Magaña
- Barra de panteones, 1
- Barra de Panteones, 1.2
- Barra de Panteones, 1.3
- El deseo del sueño, 1
- En el deseo del sueño, 1.1
- En el deseo del sueño, 1.2
- En el deseo del sueño, 1.3
- En el deseo del sueño, 1.4
- En el deseo del sueño, 1.5
- Instantáneas al filo de la madrugada
- Instantáneas, 1
- Manifiesto
- Quien se acerca al abismo y no lo sabe, 1
- Ubicación
- Vestíbulo
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Francisco Magaña:
El deseo del sueño, 1
Uno puede decir que sí
que la palabra se abandona
cuando la convocamos
con la más ingenua de las intenciones.
Uno puede decir que sí
que es un signo un sonido que toma
su forma desde antes de despertar
y hasta puede uno decir
que el decir es un poder tan nuevo
como el bostezo de un niño a medianoche
y que decir es una lámpara
que alumbra sus expectativas.
Pero cuando dos dicen
sabemos que la palabra es impronunciable
a no ser que exista como un mero deseo
en el momento de existir
o a no ser que no exista
como el simple deseo
que quizá a fin de cuentas
sea la palabra.
Quien se acerca al abismo y no lo sabe, 1
Cuando el camino alargaba hasta dónde su aventura, y la nostalgia inventaba una forma más del desasosiego, sólo un deseo repetían los ojos del visitante: alumbrarme en tu cuerpo como si alguna vez hubiera en él resucitado.
Barra de panteones, 1
Cuentan que en las madrugadas de Barra de Panteones, las gaviotas picotean los ojos cansados de ver el mar.
Cuentan que entre las palmeras se escuchan voces que nunca escucharemos.
Cuentan que en las manos del enterrador hay una paloma ciega.
Vestíbulo
A Mario Ibarra
Cuando nadie regrese a recordar la voz
de los instantes en el mañana
que encuentra su razón en la penumbra.
Cuando la voz no sea más
que la representación de un instinto
apacentando sus furores en las venas del crepúsculo,
y su eco retumbe
en labios que no han de pronunciarla de nuevo,
ha de volver cantando el aroma de un pájaro
y su largo oficio de oscurecer el horizonte.
Cuando el color sin luz de los recuerdos
invente la vana prolongación de un sentido,
y los rostros sean el río en el abismo,
la aparición del murmullo
sostenido de sus propios desvaríos
y el desconcierto que conjura,
ha de venir ante nosotros el aura apenas de un aliento,
el visitante.
Ubicación
Al norte hay niños que esperan la madrugada para ponerle una raya más al tigre.
Al sur, las nativas bailan descalzas sobre la arena, al mediodía.
Al este, la tarde es un bostezo que se consume a sí mismo.
Al oeste, el amanecer encuentra a los viejos con el libro sagrado entre sus manos.
Al anochecer sólo se escuchan los pasos del visitante.
Manifiesto
Decía que:
en sus ojos el silencio es un pájaro abril de madrugada,
la espera es la abolición del instante.
Decía que:
una palabra es la revelación del signo que jamás alcanzaremos a descifrar,
la escritura es la tinta más endeble de su propia interrogante,
la noche aparece como una mera manifestación de entidades amorfas que se disipan al amanecer, y en ella el recuerdo es una paloma aleteando sus asombros.
Y decía que decir es una palabra muerta.