Poemas de Santos Domínguez Ramos
- El alfanje secreto (I)
- El alfanje secreto (II)
- El alfanje secreto (III)
- El alfanje secreto (IV)
- El alfanje secreto (IX)
- El alfanje secreto (V)
- El alfanje secreto (VI)
- El alfanje secreto (VIII)
- El alfanje secreto (X)
- El alfanje secreto (XI)
- El alfanje secreto (XII)
- El alfanje secreto (XIII)
- El alfanje secreto (XIV)
- El alfanje secreto (XIX)
- El alfanje secreto (XV)
- El alfanje secreto (XVI)
- El alfanje secreto (XVII)
- El alfanje secreto (XVIII)
- El alfanje secreto (XX)
- El alfanje secreto (XXI)
- El alfanje secreto (XXII)
- La aljaba del viajero (I)
- La aljaba del viajero (II)
- La aljaba del viajero (III)
- La aljaba del viajero (IV)
- La aljaba del viajero (IX)
- La aljaba del viajero (V)
- La aljaba del viajero (VI)
- La aljaba del viajero (VII)
- La aljaba del viajero (VIII)
- La aljaba del viajero (X)
- La memoria, ese alcázar (I)
- La memoria, ese alcázar (II)
- La memoria, ese alcázar (III)
- La memoria, ese alcázar (IV)
- La memoria, ese alcázar (IX)
- La memoria, ese alcázar (V)
- La memoria, ese alcázar (VI)
- La memoria, ese alcázar (VII)
- La memoria, ese alcázar (VIII)
- La orilla del invierno
- Las islas orientales
- Lear bajo la tormenta
- Los puertos de la tarde
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Santos Domínguez Ramos:
La memoria, ese alcázar (I)
El pasado es arcilla que el presente
labra a su antojo. Interminablemente.
J. L. Borges.
Con letras coloradas dibujas en el yeso
la geometría del verbo fugaz de los cometas,
la compleja gramática de la veleta, el álgebra
secreta de las hondas albercas del recuerdo,
el ajedrez violento de las conspiraciones
en los baños lustrales con eunucos ambiguos.
La aljaba del viajero (VI)
Si vuelves a Damasco,
viajero, ponte un velo
delante de los ojos,
que el sueño aún no ha pulido
en los muros de adobe
la arista del dolor.
La madrugada, el gallo
de cobre por las cúpulas.
El alfanje secreto (IX)
Igual que una gacela herida por la tarde,
el dolor se refugia en la humedad del huerto.
Las sombras tutelares del vergel cicatrizan
la huella incandescente del león en su piel.
La estirpe de la aguja, la raíz del escorpión,
las llagas numerosas que muerde un viento antiguo,
tenaz como la verde pimienta de Ceilán.
La memoria, ese alcázar (IX)
Un hombre es el paisaje de las ciudades que ama:
Sus callejones lentos, sus fuentes musicales,
sus estanques secretos, sus arduos laberintos,
sus plazas numerosas, sus jardines en sombra
y el difuso horizonte que ve desde sus torres.
El alfanje secreto (III)
No te engañe la tarde serena del oasis
que lentamente afina, desde la alfarería,
la terca estalactita azul de la nostalgia,
las murallas de greda,
la luz arrebatada del desierto infinito,
el cordobán brillante de las noches sin luna.
El alfanje secreto (VIII)
La plaza de los muertos en la medina, el arco
curvo de luz, el borde vegetal de la tarde.
La antigua voz del viento que lame como un perro
la arena innumerable, el crisol de los días,
la desolada cara secreta del leproso.