Luis de Góngora

Luis de Góngora nació en Córdoba, España, en el año 1561 y falleció en 1627. Se lo recuerda por haber sido uno de los poetas más trascendentes del siglo XVI; se opuso a las ideas tradicionalistas y a la línea religiosa que regía la vida en sociedad. Durante toda su vida fue asolado por difíciles situaciones económicas, e incluso cuando estaba triunfando a nivel nacional tenía dificultades para cubrir sus gastos. Pocas de sus obras fueron publicadas, pero se pasaron de mano en mano y alcanzaron una gran popularidad.
Algunas de las características más destacables de su escritura son el tinte satírico y humorístico, fue uno de los precursores de la unificación de ambos registros, que hasta ese momento se utilizaban por separado. Entre sus obras pueden destacarse "Soledades" y "Fábula de Polifemo y Galatea". Cabe mencionar que debido a sus ideas contrarias al conservadurismo, sufrió la enemistad e incomprensión de muchos; sin embargo, esa misma forma de encarar la literatura, tan fresca y novedosa, también lo convirtió en uno de los autores más nombrados del Barroco. La Generación del 27, cuyo nombre hace alusión al año en el que falleció, reúne a poetas de la talla de Federico García Lorca, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. Si bien recomendamos leer las decenas de poemas de su autoría que presentamos seguidamente, destacamos "En la verde orilla", como punto de partida para apreciar su incomparable lírica.

Poemas de Luis de Góngora

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Luis de Góngora:

A FRANCISCO DE QUEVEDO



Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

A CORDOBA


¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,

Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

A LOS CELOS


¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto;

Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.

Mientras por competir con tu cabello


Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Mientras a cada labio, por cogello,
Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,

Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

No sólo en plata o vïola troncada
Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

A UN SUENO


Varia imaginación que, en mil intentos,
A pesar gastas de tu triste dueño
La dulce munición del blando sueño,
Alimentando vanos pensamientos,

Pues traes los espíritus atentos
Sólo a representarme el grave ceño
Del rostro dulcemente zahareño
(Gloriosa suspensión de mis tormentos),

El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.

Síguele; mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.

La dulce boca que a gustar convida


La dulce boca que a gustar convida
Un humor entre perlas distilado,
Y a no invidiar aquel licor sagrado
Que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

Amantes, no toquéis, si queréis vida;
Porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
Cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora
Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
Que pronto huyen del que incitan hora
Y sólo del Amor queda el veneno.

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